La relación entre presión arterial y riesgo de eventos de enfermedad cardiovascular es continua (1), consistente e independiente de otros factores de riesgo, es decir, cuanta más alta es la presión arterial, mayor es la posibilidad de infarto de miocardio (2), insuficiencia cardiaca, ictus y enfermedad renal (3). Para individuos de entre 40 a 70 años cada incremento de 20 mm de Hg en la presión arterial sistólica (PAS) o 10 mm de Hg en la presión arterial diastolica (PAD) dobla el riesgo de enfermedad cardiovascular en todo el rango desde 115/75 hasta 185/115 mm de Hg. Entonces, el propósito de estas medidas será el de recudir la presión arterial y prevenir el desarrollo de la enfermedad cardiovascular principalmente. Está bien establecido, cómo la adopción de cambios en el estilo de vida puede reducir las cifras de tensión arterial sistólica y diastólica entre 8 y 10 mm Hg. Sin embrago, mientras la eficacia de algunas medidas está suficientemente contrastada por estudios bien controlados, otras no están bien demostradas. Es necesario, por lo tanto, hacer notar que no existen estudios que demuestren que la adopción de cambios en el estilo de vida sea capaz de prevenir el desarrollo de complicaciones cardiovasculares en la población hipertensa, por lo que estos cambios no deben retrasar de forma innecesaria el inicio del tratamiento farmacológico, especialmente en los pacientes con riesgo añadido alto o muy alto.
El propósito de este trabajo es el de revisar las principales medidas no farmacológicas que ayudan al control de las cifras de PA las cuales deben ser instauradas en todos los hipertensos o individuos con presión arterial normal alta, bien sea como tratamiento de inicio (riesgo añadido bajo - moderado), bien complementando el tratamiento farmacológico antihipertensivo.
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